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La sastrería se une con la IA

  • Foto del escritor: Irene Alcalá
    Irene Alcalá
  • hace 11 horas
  • 2 Min. de lectura

La tradición de la moda más clásica y la tecnología más avanzada se encuentran en un nuevo punto de equilibrio. En plena era digital, la sastrería —símbolo del lujo artesanal y del saber hacer— se alía con modelos de inteligencia artificial cada vez más complejos. El resultado: una nueva forma de entender la experiencia de compra.


El consumidor post-pandemia exige personalización, inmediatez y facilidad. Y aunque el papel de la IA en la moda sigue generando debate, es precisamente esta herramienta la que está permitiendo satisfacer esas demandas. Probadores virtuales, experiencias interactivas y procesos de diseño más eficientes se han convertido en la nueva norma dentro del prêt-à-porter contemporáneo.


La necesidad de evolucionar e integrar la sostenibilidad en cada fase del proceso —desde la producción hasta la venta— ha posicionado la tecnología como una aliada clave. Desde la optimización del stock y la cadena de suministro hasta el asesoramiento de estilo, las marcas están encontrando en la IA una vía para mejorar la experiencia sin renunciar al estilo.


Marcas como Hockerty, entre otras, ya han dado el paso. Su nueva aplicación, Sofía, permite probarse prendas virtualmente, ajustarlas a un modelo con tus medidas exactas y hasta tu tono de piel para visualizar los resultados con exactitud. El resultado combina la precisión de la sastrería tradicional con la innovación tecnológica, logrando que el lujo a medida sea más accesible y sostenible. Una experiencia que, como pude comprobar con una de sus blazer, traslada la precisión también al mundo físico.

Además, esta digitalización reduce devoluciones, optimiza recursos y acerca la marca al consumidor: una unión entre tradición y avance que define el futuro inmediato del sector.


Pero la gran pregunta persiste: ¿Puede la inteligencia artificial reemplazar la creatividad humana en la moda?

A medida que estas herramientas ganan terreno, crece también la preocupación de diseñadores, estilistas y comunicadores. Sin embargo, hay algo que la IA aún no puede replicar: la sensibilidad estética, la emoción o la narrativa que transmite una marca a través de una prenda o una palabra. La tecnología puede ayudarnos a vestir mejor, pero el estilo —ese toque de intuición, pasión y elegancia— sigue siendo, por ahora, irremplazablemente humano.

 
 

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